Acto XXVII




Todos han dejado de ser niños
y se han convertido en alguna otra cosa.
[Kurt Vonnegut. Payasadas]




Algunos vivitantes de la BF
en su inútil porfía por ordenar el caos,
se empeñan en coleccionar relatos
que hablan de pueblos
que nunca han conocido.



He perdido la medida: ya no soy un hombre:
soy un muerto.
[Pablo Palacio. Vida del ahorcado]






Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto XXVII:

VIEJO PARA ESTAS COSAS













ÍNDICE Y PULGAR

En el pueblo donde vivo
En el pueblo donde escribo
En el pueblo donde hay milagros
En el pueblo donde hay una puerta
En el pueblo donde sueño
En el pueblo donde muero
En el pueblo donde te encontré
En el pueblo donde no vivo

En el pueblo donde no escribo
 
En el pueblo donde no hay milagros
En el pueblo donde no hay una puerta

En el pueblo donde no sueño

En el pueblo donde no muero

En el pueblo donde no te encontré

Inánimas






En el pueblo donde vivo

La cola de gente es incesante. Permanente. Cotidiana. Sucede que, en el pueblo donde vivo, hay un solo banco. Los vecinos sobrellevamos la espera en fila canjeando noticias, interpretando el depósito de sueños soñados o escrutando con interés el movimiento de las nubes en el cielo. Es de suponer que el beneficio obtenido con estas operaciones evita las quejas que podrían asociarse al hecho de tener sólo un banco en el pueblo.
La disciplina de la gente que hace cola tampoco requiere de la asistencia de fuerzas públicas de policía. Tal vez resulte ilustrativo, además, mencionar que el único banco del pueblo fue asentado en un extremo de la plaza.
Por lo común, mi turno de uso coincide con el atardecer. Aprovecho entonces las últimas luces del día para sentarme en el único banco del pueblo y escribir algún cuento en mi cuaderno de tapas azules.



Sólo lo supuesto es verdad.
Diógenes Hozté: Bancos de niebla








En el pueblo donde no hay milagros

Todas las madrugadas, el abuelo de Macedonio Hernández cruzaba el pueblo para llegar hasta la boca del pozo con una soga enrollada en los hombros. "El pozo del mundo", decía mi hermano.

Todas las madrugadas, el abuelo de Macedonio Hernández desenrollaba la soga en la boca sin dientes del agujero. Después, comenzaba a tirar con fuerza hacia arriba. Mi hermano y yo partíamos hacia la escuela apenas salía el sol. A esa altura del día el abuelo de Macedonio ya caminaba hacia su casa para descansar.

Una noche de invierno, como debe ser, el viejo murió mientras dormía. Nosotros no fuimos a la escuela. Nuestra ausencia no obedeció a cuestiones inherentes a la muerte del abuelo de Macedonio. Pasó que nadie fue a buscar la soga del viejo. Nadie cruzó el pueblo con la soga enrollada en los hombros. Nadie desenrolló la soga en la boca sin dientes del agujero. Nadie sacó al sol del pozo del mundo.

Cuando al fin terminó esa noche inverosímil y salió el sol, yo partí solo hacia la escuela. Mi hermano, desde entonces, asumió otras obligaciones.







En el pueblo donde no sueño

 A ver si me acuerdo: A las 3 y cuarto. Eran las 3 y cuarto de la madrugada. Ella. A ver si me acuerdo: ella camina sola por la ciudad. Avenida. Madrugada. El falso silencio de la ciudad vacía impera. A las 3 y cuarto ella presiente que va a suceder algo terrible. Su paso retumba, malditas botas, en la calle. Portal oscuro. Dos faroles rotos. Vidriera oscura. Camioneta estacionada. Perro. Gato. Árboles. Cruce de vías. Puente sobre la estación de trenes. Entrada a los edificios. Pasillo interminable. Estruendo, su paso, malditas botas. Llaves. Ascensor, motor aullido. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada piensa, al salir del ascensor, que va a suceder algo terrible en el mundo. Llaves. Departamento. Luz. Llaves. Cerrojo interno. Al fin, dice para sí misma en voz alta, nada terrible ha pasado. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada se duerme. Sueño intranquilo. Sueño inquietante. Sueño intangible. Ella sueña. Yo no. Yo no sueño a las 3 y cuarto de la madrugada. Ella, a las tres y cuarto de la madrugada se despierta. Cama. Dormitorio. Pasos. Mira el mundo a través de la ventana del dormitorio. Piso 11. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada, mirando el mundo a través de la ventana, ella conserva el presentimiento: algo terrible, algo terrible, algo terrible. A las 3 y cuarto de la madrugada sigue sin darse cuenta.










En el pueblo donde no te encontré

En el pueblo donde no te encontré dejé un cuaderno de tapas azules para que me escribas.
Hago lo mismo en todos los pueblos que aparecen en mi camino. En todos dejo un cuaderno de tapas azules para que me escribas.

Jamás he vuelto a estos pueblos. No sé que haría si te encuentro.










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EL ACTO COMPLETO PUEDE SOLICITARSE A
UniF
u n i v e r s o f a b u l a r i o






...entonces cae la taza que fuera lanzada al cielo para crear el tiempo de esta historia; el fabulero la duerme en la palma de su mano, saluda ceremonialmente y se hunde en los caminos del desierto buscando un pueblo nuevo, un sueño viejo y los ecos de su sombra vivitante …
mientras la eternidad eterne.
















Acto XXVI

El punto final
no pertenece al dominio de los relatos.
El final no está
en el lado oscuro de la oscuridad.
Elipse barroca: un foco en la oscuridad,
el otro también.




Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto XXVI:
EL LADO OSCURO
DE LA OSCURIDAD




ÍNDICE Y PULGAR

Elipse barroca
Mimesis sobre lo efímero
Los Mirantes
Elipse en el olvido
Mimesis sobre lo evidente
Alicia en la raíz de las maravillas
Elipse en el reino de los cielos
Mimesis sobre la palabra
Exilio de La Varona
Elipse en el suicidio
Mimesis sobre el acto
La vida vidala
Elipse en la moneda
Mimesis sobre el perdón
Lecturas del ángel
Inánimas
El otro lado del lado oscuro de la oscuridad





ELIPSE BARROCA

En la cocina. Entre la ventana desde la que me observan las enredaderas y la mesa detrás de la cual estás diciendo:

Para qué recordar algo si todo será olvidado. Lo único que nos espera es el olvido.

En la cocina. Bajo la luna elíptica de la lámpara colgada del cielo raso y sobre la sombra barroca de mi cabeza desplomada en el suelo. En el foco de la oscuridad estás diciendo:

Nada escapa al dominio de esta ley del olvido. Ya nadie recuerda quién fue el creador de Dios. A los pocos años de vida ya olvidamos dónde estábamos antes de nacer.

cuál fue el primer cuento que escuché dónde está tu primer regalo de navidad cuándo descubrí la lluvia cómo era tu cuna quién me vio morir quién te vio morir

Ya nadie recuerda que nunca nos conoció.




ELIPSE EN EL OLVIDO



Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas
(Pellicer, Recuerdos de Iza)



El olvido y el olvido son los focos de mi escritura.

El primer olvido es un acto meditado, el segundo es un suceso ingobernable.

El primer olvido surge cuando abandono mis fabulaciones en el lugar de algún universo para que un lector los recoja. En las faenas del azar habita el destino de mi escritura.

El segundo olvido sigue al primero: jamás recuerdo el contenido de mis relatos.

Entonces suelo creer que construyo y olvido y olvido siempre el mismo escrito.

Al omitir mi nombre en los relatos que dejo en el lugar de algún universo no puedo remediar este asunto ni responder a quienes, de vez en cuando, preguntan si aquello que han contado fue narrado por mi olvido.




ELIPSE EN EL REINO DE LOS CIELOS


De ellos será el reino de los cielos.


Foco uno: La iglesia llama a los pobres para edificar el templo. Concluida la obra, la iglesia cierra sus puertas a los pobres: Ya lo ha dicho Dios, éste no es vuestro reino.

Foco dos: El estado llama a los pobres para edificar la nación. Concluida la obra, el Congreso Nacional cierra sus puertas a los pobres: Ya lo ha dicho Dios, éste no es vuestro reino.

Dios llama a los pobres para construir el reino de los cielos. Los pobres se niegan a morir. La elipse no tiene tres focos.




LECTURAS DEL ÁNGEL

Calentarse las alas a orillas del Mar Muerto. Calentar el agua para el mate a orillas del Mar Negro. Te busco en la casa donde el tiempo espera. Entro a estos mares en un ataúd sin cadáver, casa de tiempo, barca desamarrada de los muelles de alguna funeraria. Quien afirma que hay otra realidad está diciendo que hay una sola y es la suya. Desconfiar de lo singular. Ser concluyente. Calentarse las alas a orillas del Mar Negro. Calentar el agua para el mate a orillas del Mar Muerto. Y navegar los mares desiertos. Ser contradictorio. El hombre que fue Jueves lee Los viernes de la eternidad. Soy concluyente: de puro contradictorio no soy concluyente. Pero les leo a ustedes: Después de crear el universo el hacedor entrega el Libro de la Creación a su mejor creatura, a la que fuera concebida a su imagen y semejanza. Esta es la razón por la cual ustedes desconocen el lugar donde se encuentra el libro.

En ese libro, que también es negado a nuestra especie, se ha escrito que ustedes existen sólo para dar libertad a los ángeles.




EL OTRO LADO DEL LADO OSCURO DE LA OSCURIDAD



Nada es suficiente



La vieja reina de los cuentos está perdidamente enamorada de un escritor de cuentos.
La vieja reina de los cuentos envía a su emisario hasta el lugar que habita el escritor de cuentos.
El mensaje (en voz de fábulas clásicas): Pide lo que quieras para corresponder a mi amor y ello te será dado.
El emisario regresa al palacio con una respuesta del escritor de cuentos.
La respuesta (en voz de letra manuscrita): Nada es suficiente.
La vieja reina de los cuentos comprende que no existe en el universo forma de satisfacer a su amado: invita a la muerte y se suicida.

Ciertas flores blancas caen sobre los senderos del reino. Un gorrión pierde el rumbo. El eco de un suspiro se ahoga en la ventisca. Un gato duerme bajo el puente. La palabra no escucha a la palabra.

El escritor de cuentos suspende su relato. Observa el horizonte a través de los libros.
El escritor de cuentos está perdidamente enamorado de su reina.
Ahora que ella sabe que él sólo pide nada, que nada es suficiente, se sienta en su viejo banco de madera a esperarla.







[REGRESO AL ÍNDICE]



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EL ACTO COMPLETO PUEDE SOLICITARSE A


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...entonces cae la taza que fuera lanzada al cielo para crear el tiempo de esta historia; el fabulero la duerme en la palma de su mano, saluda ceremonialmente y se hunde en los caminos del desierto buscando un pueblo nuevo, un sueño viejo y los ecos de su sombra vivitante …
mientras la eternidad eterne.