Acto XXVII




Todos han dejado de ser niños
y se han convertido en alguna otra cosa.
[Kurt Vonnegut. Payasadas]




Algunos vivitantes de la BF
en su inútil porfía por ordenar el caos,
se empeñan en coleccionar relatos
que hablan de pueblos
que nunca han conocido.



He perdido la medida: ya no soy un hombre:
soy un muerto.
[Pablo Palacio. Vida del ahorcado]






Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto XXVII:

VIEJO PARA ESTAS COSAS













ÍNDICE Y PULGAR

En el pueblo donde vivo
En el pueblo donde escribo
En el pueblo donde hay milagros
En el pueblo donde hay una puerta
En el pueblo donde sueño
En el pueblo donde muero
En el pueblo donde te encontré
En el pueblo donde no vivo

En el pueblo donde no escribo
 
En el pueblo donde no hay milagros
En el pueblo donde no hay una puerta

En el pueblo donde no sueño

En el pueblo donde no muero

En el pueblo donde no te encontré

Inánimas






En el pueblo donde vivo

La cola de gente es incesante. Permanente. Cotidiana. Sucede que, en el pueblo donde vivo, hay un solo banco. Los vecinos sobrellevamos la espera en fila canjeando noticias, interpretando el depósito de sueños soñados o escrutando con interés el movimiento de las nubes en el cielo. Es de suponer que el beneficio obtenido con estas operaciones evita las quejas que podrían asociarse al hecho de tener sólo un banco en el pueblo.
La disciplina de la gente que hace cola tampoco requiere de la asistencia de fuerzas públicas de policía. Tal vez resulte ilustrativo, además, mencionar que el único banco del pueblo fue asentado en un extremo de la plaza.
Por lo común, mi turno de uso coincide con el atardecer. Aprovecho entonces las últimas luces del día para sentarme en el único banco del pueblo y escribir algún cuento en mi cuaderno de tapas azules.



Sólo lo supuesto es verdad.
Diógenes Hozté: Bancos de niebla








En el pueblo donde no hay milagros

Todas las madrugadas, el abuelo de Macedonio Hernández cruzaba el pueblo para llegar hasta la boca del pozo con una soga enrollada en los hombros. "El pozo del mundo", decía mi hermano.

Todas las madrugadas, el abuelo de Macedonio Hernández desenrollaba la soga en la boca sin dientes del agujero. Después, comenzaba a tirar con fuerza hacia arriba. Mi hermano y yo partíamos hacia la escuela apenas salía el sol. A esa altura del día el abuelo de Macedonio ya caminaba hacia su casa para descansar.

Una noche de invierno, como debe ser, el viejo murió mientras dormía. Nosotros no fuimos a la escuela. Nuestra ausencia no obedeció a cuestiones inherentes a la muerte del abuelo de Macedonio. Pasó que nadie fue a buscar la soga del viejo. Nadie cruzó el pueblo con la soga enrollada en los hombros. Nadie desenrolló la soga en la boca sin dientes del agujero. Nadie sacó al sol del pozo del mundo.

Cuando al fin terminó esa noche inverosímil y salió el sol, yo partí solo hacia la escuela. Mi hermano, desde entonces, asumió otras obligaciones.







En el pueblo donde no sueño

 A ver si me acuerdo: A las 3 y cuarto. Eran las 3 y cuarto de la madrugada. Ella. A ver si me acuerdo: ella camina sola por la ciudad. Avenida. Madrugada. El falso silencio de la ciudad vacía impera. A las 3 y cuarto ella presiente que va a suceder algo terrible. Su paso retumba, malditas botas, en la calle. Portal oscuro. Dos faroles rotos. Vidriera oscura. Camioneta estacionada. Perro. Gato. Árboles. Cruce de vías. Puente sobre la estación de trenes. Entrada a los edificios. Pasillo interminable. Estruendo, su paso, malditas botas. Llaves. Ascensor, motor aullido. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada piensa, al salir del ascensor, que va a suceder algo terrible en el mundo. Llaves. Departamento. Luz. Llaves. Cerrojo interno. Al fin, dice para sí misma en voz alta, nada terrible ha pasado. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada se duerme. Sueño intranquilo. Sueño inquietante. Sueño intangible. Ella sueña. Yo no. Yo no sueño a las 3 y cuarto de la madrugada. Ella, a las tres y cuarto de la madrugada se despierta. Cama. Dormitorio. Pasos. Mira el mundo a través de la ventana del dormitorio. Piso 11. A ver si me acuerdo: a las 3 y cuarto de la madrugada, mirando el mundo a través de la ventana, ella conserva el presentimiento: algo terrible, algo terrible, algo terrible. A las 3 y cuarto de la madrugada sigue sin darse cuenta.










En el pueblo donde no te encontré

En el pueblo donde no te encontré dejé un cuaderno de tapas azules para que me escribas.
Hago lo mismo en todos los pueblos que aparecen en mi camino. En todos dejo un cuaderno de tapas azules para que me escribas.

Jamás he vuelto a estos pueblos. No sé que haría si te encuentro.










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...entonces cae la taza que fuera lanzada al cielo para crear el tiempo de esta historia; el fabulero la duerme en la palma de su mano, saluda ceremonialmente y se hunde en los caminos del desierto buscando un pueblo nuevo, un sueño viejo y los ecos de su sombra vivitante …
mientras la eternidad eterne.
















Acto XXVI

El punto final
no pertenece al dominio de los relatos.
El final no está
en el lado oscuro de la oscuridad.
Elipse barroca: un foco en la oscuridad,
el otro también.




Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto XXVI:
EL LADO OSCURO
DE LA OSCURIDAD




ÍNDICE Y PULGAR

Elipse barroca
Mimesis sobre lo efímero
Los Mirantes
Elipse en el olvido
Mimesis sobre lo evidente
Alicia en la raíz de las maravillas
Elipse en el reino de los cielos
Mimesis sobre la palabra
Exilio de La Varona
Elipse en el suicidio
Mimesis sobre el acto
La vida vidala
Elipse en la moneda
Mimesis sobre el perdón
Lecturas del ángel
Inánimas
El otro lado del lado oscuro de la oscuridad





ELIPSE BARROCA

En la cocina. Entre la ventana desde la que me observan las enredaderas y la mesa detrás de la cual estás diciendo:

Para qué recordar algo si todo será olvidado. Lo único que nos espera es el olvido.

En la cocina. Bajo la luna elíptica de la lámpara colgada del cielo raso y sobre la sombra barroca de mi cabeza desplomada en el suelo. En el foco de la oscuridad estás diciendo:

Nada escapa al dominio de esta ley del olvido. Ya nadie recuerda quién fue el creador de Dios. A los pocos años de vida ya olvidamos dónde estábamos antes de nacer.

cuál fue el primer cuento que escuché dónde está tu primer regalo de navidad cuándo descubrí la lluvia cómo era tu cuna quién me vio morir quién te vio morir

Ya nadie recuerda que nunca nos conoció.




ELIPSE EN EL OLVIDO



Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas
(Pellicer, Recuerdos de Iza)



El olvido y el olvido son los focos de mi escritura.

El primer olvido es un acto meditado, el segundo es un suceso ingobernable.

El primer olvido surge cuando abandono mis fabulaciones en el lugar de algún universo para que un lector los recoja. En las faenas del azar habita el destino de mi escritura.

El segundo olvido sigue al primero: jamás recuerdo el contenido de mis relatos.

Entonces suelo creer que construyo y olvido y olvido siempre el mismo escrito.

Al omitir mi nombre en los relatos que dejo en el lugar de algún universo no puedo remediar este asunto ni responder a quienes, de vez en cuando, preguntan si aquello que han contado fue narrado por mi olvido.




ELIPSE EN EL REINO DE LOS CIELOS


De ellos será el reino de los cielos.


Foco uno: La iglesia llama a los pobres para edificar el templo. Concluida la obra, la iglesia cierra sus puertas a los pobres: Ya lo ha dicho Dios, éste no es vuestro reino.

Foco dos: El estado llama a los pobres para edificar la nación. Concluida la obra, el Congreso Nacional cierra sus puertas a los pobres: Ya lo ha dicho Dios, éste no es vuestro reino.

Dios llama a los pobres para construir el reino de los cielos. Los pobres se niegan a morir. La elipse no tiene tres focos.




LECTURAS DEL ÁNGEL

Calentarse las alas a orillas del Mar Muerto. Calentar el agua para el mate a orillas del Mar Negro. Te busco en la casa donde el tiempo espera. Entro a estos mares en un ataúd sin cadáver, casa de tiempo, barca desamarrada de los muelles de alguna funeraria. Quien afirma que hay otra realidad está diciendo que hay una sola y es la suya. Desconfiar de lo singular. Ser concluyente. Calentarse las alas a orillas del Mar Negro. Calentar el agua para el mate a orillas del Mar Muerto. Y navegar los mares desiertos. Ser contradictorio. El hombre que fue Jueves lee Los viernes de la eternidad. Soy concluyente: de puro contradictorio no soy concluyente. Pero les leo a ustedes: Después de crear el universo el hacedor entrega el Libro de la Creación a su mejor creatura, a la que fuera concebida a su imagen y semejanza. Esta es la razón por la cual ustedes desconocen el lugar donde se encuentra el libro.

En ese libro, que también es negado a nuestra especie, se ha escrito que ustedes existen sólo para dar libertad a los ángeles.




EL OTRO LADO DEL LADO OSCURO DE LA OSCURIDAD



Nada es suficiente



La vieja reina de los cuentos está perdidamente enamorada de un escritor de cuentos.
La vieja reina de los cuentos envía a su emisario hasta el lugar que habita el escritor de cuentos.
El mensaje (en voz de fábulas clásicas): Pide lo que quieras para corresponder a mi amor y ello te será dado.
El emisario regresa al palacio con una respuesta del escritor de cuentos.
La respuesta (en voz de letra manuscrita): Nada es suficiente.
La vieja reina de los cuentos comprende que no existe en el universo forma de satisfacer a su amado: invita a la muerte y se suicida.

Ciertas flores blancas caen sobre los senderos del reino. Un gorrión pierde el rumbo. El eco de un suspiro se ahoga en la ventisca. Un gato duerme bajo el puente. La palabra no escucha a la palabra.

El escritor de cuentos suspende su relato. Observa el horizonte a través de los libros.
El escritor de cuentos está perdidamente enamorado de su reina.
Ahora que ella sabe que él sólo pide nada, que nada es suficiente, se sienta en su viejo banco de madera a esperarla.







[REGRESO AL ÍNDICE]



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mientras la eternidad eterne.
















Acto XXV

En tiempos donde imperan

la difusión y sus medios,

la comunicación es casi un milagro



Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto XXV:
VENCIDOS
Y CONVENCIDOS
Y VENCIDOS



ÍNDICE & PULGAR

Paz escribe y luego mira

Convencido uno

No se nota

Convencido dos

Fundaciones crónicas

Convencido tres

Muchas veces lloramos en nuestro propio entierro

Convencido cuatro

El árbol y el bosque

Zapatos descalzos

Pro

Justificación del fracaso

Cóncavo Convexo

Evidencia sobre la muerte del amor

Convencido

Vencidos y convencidos

Convencidos y vencidos





PAZ ESCRIBE Y LUEGO MIRA



Más que comprender qué significa

hay que saber quién significa.

(Macedonio Hernández, Inventaciones)



Sentado en el umbral del llano Paz escribe y luego mira: "Si el hombre es polvo / esos que andan por el llano / son hombres".

Los hombres que andan por el llano miran hacia el lugar donde Paz escribe: "No hay nada en ese umbral -dicen los hombres- ni siquiera polvo".

"Apenas hay palabras -escribe el polvo- palabras que son la sombra de esa nada".

Y es el llano quien impera en el tiempo.





CONVENCIDO UNO


Salgo de la escuela convencido de que Hitler está muerto. Cuando arribo a la iglesia lo veo en el altar celebrando misa. Escapo hacia la Jefatura de Policía y lo encuentro sentado en el despacho del comisario. Voy hasta el canal de televisión y está reunido con todos los gerentes. El los bancos atiende el tesoro. En la verdulería distribuye hortalizas. En la esquina mendiga con otros pordioseros.

No sé qué les diré, mañana, a mis alumnos en la escuela.

Al entrar en mi casa me miro en el espejo...





NO SE NOTA


Al principio no se nota pero han dejado de germinar todas las semillas del mundo.

Al principio no se nota pero han dejado de gestarse todos los fetos del mundo.

Al principio no se comprende pero después es tarde.





JUSTIFICACIÓN DEL FRACASO


Soy concluyente: de puro contradictorio

no soy concluyente.

(Apelación, Lecturas del Ángel)



A veces, me duermo ecléctico, sueño absolutos y profeso sonambulismos relativos. En el transcurso de la mañana la desmemoria me regresa al mundo. A veces, me despierto subversivo, en esos días, fracaso con todo éxito.





EVIDENCIA SOBRE LA MUERTE DEL AMOR



Del hueco entre tus piernas sólo queda el hueco entre tus piernas.









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mientras la eternidad eterne.









Acto XXIV



[Goya. Saturno devorando a su hijo]

***

Es bueno recordar que
después de las premisas
vienen las misas.



Universo Fabulario
Teatro de Cuentos
Acto XXIV:
TABLADOS, RETABLOS,
TRUJAMANES, TRAIDORES


ÍNDICE & PULGAR

Los iluminados
Razón de los cuentos
El lector ausente de la última ciudad
¿Dónde estabas cuando pasó lo que pasó?
Obra del granizo
Puebloscuro
Etiología
Cielos
Boceto de tarjeta para un fin de año
Bushido
La historia se contó
El General
Fulghum
La muerte inacabada




RAZÓN DE LOS CUENTOS



Sometido a las leyes de la naturaleza
a las leyes de Dios a las leyes del Estado
a las leyes de la Calle a las leyes del Azar
¿de qué libertad me habla usted?



De martes a viernes voy hasta el mercado de frutas a vender cuentos.

De martes a viernes paso frente al cine del pueblo.

De martes a viernes observo a la vieja que mendiga, envuelta en su silencio, en la puerta del cine.

Los sábados junto las monedas obtenidas tras la venta de mis cuentos en el mercado de frutas y voy al cine a ver una película.

A la derecha, la boletería. A la izquierda, la vieja mendiga.

Todos los sábados me acorrala la trampa ética: monedas para entrar al cine o monedas para la vieja mendiga.

Todos los domingos castigo y condeno mi respuesta ética siempre contraria a la moral del mundo.

Todos los lunes paso frente al cine. El mercado de frutas permanece cerrado estos días y yo no puedo vender mis cuentos. Esta es una de las razones por las que, los lunes, escribo cuentos.

Todos los lunes me acerco a la vieja mendiga, la misma que el sábado tomó mis monedas para pagar su entrada al cine.

Todos los lunes me acerco a la vieja mendiga para que, al menos, me cuente la película que vio con mis monedas. Ella, envuelta en su silencio, nunca me habla.
Esta es otra razón por la cual, los lunes, escribo cuentos.








¿DÓNDE ESTABAS CUANDO PASÓ
LO QUE PASÓ?



Dónde estabas cuando pasó lo que pasó
Hablándote al espejo sola?
(Páez, Cadáver exquisito)




Cuando se terminó el mundo yo estaba mirando el noticiero por televisión. Eran, según el reloj de la pantalla, las cinco y dos minutos. Por eso no me informé acerca del fin del mundo.
Estimo que la inexistencia de realidad en el dominio televisivo me mantuvo al margen del evento.
Ahora estoy contemplando el noticiero de la noche. Ni mencionan el asunto. El hecho debe carecer de relevancia periodística y los cronistas, al igual que yo, parecen inmunes al cataclismo.
Lo único que me provoca malestar es que, antes, disfrutaba ver las estrellas a través de la ventana de mi habitación. Pero lo bueno es que ahora nada me distrae de la tele.








EL GENERAL


Ayer se presentó en mi sala de Jardín de Infantes un general. Me parece que este general estaba buscando otro tipo de Infantes porque, luego de formarnos en el arenero del patio antes de la merienda, nos dijo:

"Quien ataca las debilidades del enemigo es un cobarde. Sólo posee dignidad aquél que se enfrenta a la fuerza del enemigo".

"Toda doctrina que se funde sobre el estudio de las debilidades es una doctrina de cobardes".

"Hay diferencia entre dos contrincantes cuando el uno salta al campo de batalla gritando ¡Soy débil Señor, imploro tu misericordia! y el otro clama ¡Conozco la fuerza!".

"Los ejércitos modernos son masificación de cobardes, los guerreros no logran ocultar su indignidad. No hay honra, apenas sometimiento".

"El discípulo es la prueba que define al maestro. En una cultura fundada en el estudio de las debilidades y de las dominaciones esta proposición es unívoca".

Después, el general nos llevó hasta la salita de merienda. Yo le dije a la seño que quería ir al baño. Ahí me quedé hasta que vino a buscarme mi mamá.








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...entonces cae la taza que fuera lanzada al cielo para crear el tiempo de esta historia; el fabulero la duerme en la palma de su mano, saluda ceremonialmente y se hunde en los caminos del desierto buscando un pueblo nuevo, un sueño viejo y los ecos de su sombra vivitante …
mientras la eternidad eterne.









Acto XXIII



La Comisión de Mitómanos
de la Biblioteca Fabularia
dedica este Acto de los Teatros del Cuento
a todos los hacedores
de Edición Cyrano.

(Ciudad de la Rosa y del Río,
Desierto de Dulce de Leche,
en el mes que se nombra septiembre
del año que se cuenta dos mil seis)


Universo Fabulario / Teatro de Cuentos

Acto XXIII: INVENTACIONES
(ESTACIONES DE INVENTOS)


ÍNDICE & PULGAR

Parte emitido por los Redactores de Memoria de la Comisión de Mitómanos de la Biblioteca Fabularia

Anexo 1: Papel donde consta identificación de acto

Anexo 2: Hoja de libreta que incluye
dedicatoria del acto identificado

Anexo 3: Locomotrén

Anexo 4: El inventor que inventa todo el tiempo

Anexo 5: Una escalera

Anexo 6: La botella retornante

Anexo 7: Ojepse

Anexo 8: Inventación de un horror

Anexo 9: A soñar

Nota de los Redactores de Memoria
de la Comisión de Mitómanos de la
Biblioteca Fabularia




Anexo 3: LOCOMOTRÉN


Cuando alguna vez fui la infancia de mí,
soñaba que andaba las vías abandonadas
buscando inventaciones en los desiertos.
(Macedonio Hernández, Cartas a Mr. Ed)


Cuando niño, Macedonio Hernández supo intentar las hazañas reservadas a los cronistas de inventos. Para sustentar tal designio relevó las trazas ferroviarias abandonadas por el Imperio. Su tesis vinculaba el aislamiento de estas geografías con estrategias tendientes a relegar del mundo a los mejores inventores de la colonia.
Se ha dicho entonces que Macedonio decide la exploración de estos parajes para acopiar sucesos probatorios y, consecuente con la sustancia investigada, él mismo aprende los oficios del inventar. Su primer ensayo conduce a la creación de un medio de transporte que lo guiará sobre los rieles oxidados. De tal elucubración resultó inventado el hoy ya célebre y alabado Locomotrén.
"Si me buscan, dirá Macedonio a su perro Abecedario al momento de iniciar el viaje, hazte el perro tonto".
Se ha pensado que Abecedario lo increpó con su mejor mirada lamentable y Macedonio comprendió que era mejor dejar una nota clavada en la puerta que dejar un perro a merced del olvido.
Y así fue como se fueron los tres: Macedonio, su perro Abecedario y el celebérrimo y alabado Locomotrén a fundar anclas de cuento en los andenes de ignotas inventaciones.








Anexo 4: EL INVENTOR QUE INVENTA TODO EL TIEMPO


El próximo domingo, pasadas las 22 horas, Macedonio Hernández entrevistará al desconocido inventor que inventa todo el tiempo. Visto que el tiempo es un recurso ficcional ya se conocen algunos pormenores de dicha entrevista:
"Me parece un despropósito (piensa Macedonio) que alguien que inventa todo el tiempo sea un desconocido para la gente".
"Es probable que la gente valorice otro tipo de inventos" (dirá el inventor que inventa todo el tiempo).
"Pasar toda su vida inventando todo el tiempo, ¿no lo aburre? (preguntará Macedonio).
"Y, sí. A veces deseo inventar otra cosa pero no tengo tiempo" (contesta el inventor que inventa todo el tiempo).

Después, cuando Macedonio ya se ha ido, algunas preguntas siguen rondando en su cabeza.
Al inventor que inventa todo el tiempo ¿todos los minutos le salen iguales?
¿El tiempo nació con él o ya había tiempo inventado antes que él lo inventara?
¿Quién inventará todo el tiempo cuando el inventor que inventa todo el tiempo se muera?

En la medianoche del próximo domingo, en el instante en que mañana será hoy, Macedonio sueña esa muerte del inventor que inventa todo el tiempo.
Despierta angustiado y corre hasta la cocina. "Entonces voy corriendo hasta la cocina a mirar el reloj en la pared. Miro la negra aguja que indica los segundos. Con un nudo en la garganta espero una eternidad. Cuando estoy a punto de creer en la forma de mi sueño, la aguja se mueve para atestiguar que el inventor que inventa todo el tiempo sigue inventando todo el tiempo".

Sin poder ya cerrar los ojos, Macedonio abandona sus planes oníricos y prepara unos mates para honrar un nuevo amanecer en los desiertos.
Entretanto, llegado el mencionado amanecer y como casi siempre, la gente retornará a sus rutinas cotidianas para perder el tiempo, todo el tiempo, determinando en este acto la inútil sustancia de ciertos inventos y la efímera eternidad de ciertos inventores.





Anexo 5: UNA ESCALERA


A dos cuadras de la Inventación de Las Lomas Desamoradas supo vivir Dámaso Peres. No fue un inventor abundante y en verdad apenas lo recuerdan los viejos fumadores de espera en el puente que salta por encima de las vías.

Dos hartazgos lo implicaron inventor. Un solo invento, a fuerza de ser verídico, devolvió Peres.

Va el primero: harto de soportar las estereotipadas burlas cada vez que decía "voy a subir arriba del puente" y escuchar "no, si vas a subir abajo, tarado" Dámaso inventó una escalera para subir abajo.
Va el segundo: harto de soportar que el señor Microsoft Word borrara automáticamente la palabra "arriba" cuando escribía "subir arriba", Dámaso inventó una escalera para subir abajo (me pregunto de paso, y que mi pregunta quede fuera de este cuento, ¿por qué este señor Microsoft Word no hace el mismo truco desaparecedor cuando uno escribe "bajar abajo"?).

La cuestión fue que Peres se apareció un día con una escalera. La equilibró contra una columna del puente y subió para abajo. Los fumadores de espera lo vieron subir para abajo hasta desaparecer. Desviando las consecuencias del acto inventativo hicieron correr la historia que afirma que Dámaso Peres, al subir para abajo, se fue al infierno. Y que subiendo más para abajo llegó a descubrir qué hay debajo del infierno.

"Debajo del infierno está el cielo" salmodia gravemente un fumador mientras acompaña el rigor de su sentencia lanzando una voluta de humo.
Y los demás mueven la cabeza, lentamente, con gesto afirmativo.
Con estos argumentos, débiles balbuceos de leves filosofares, disimulan el vacío de su historia.

Vea, yo no quiero meterme en cuestiones lógicas, me dice el rengo Fenicio al oído, lo mío es la espera; pero la escalera de Dámaso sigue ahí, equilibrada contra la columna del puente. Y que yo sepa, nunca nadie se atrevió a ponerle un pie encima.







Anexo 8: INVENTACIÓN DE UN HORROR


Camino siguiendo los pasos que inventa Macedonio Hernández. Me detengo y observo. Macedonio lee un libro. Sé, por artilugios de narrador, que el libro es "No toda es vigilia la de los ojos abiertos". Macedonio también se detiene e inventa lo que usted verá alguna vez. Macedonio Hernández observa al otro Macedonio, al del libro. El otro Macedonio inventa "un padre y un niño de doce años que pasean al borde del mar". Los dos vemos al otro Macedonio cuando observa "al niño que, en un impulso por alcanzar una mariposa, se desprende de la mano del padre y resbala al mar". El otro Macedonio, sabedor del pasado ilusorio, revela lo que ha sido: "El padre se lanza al agua y logra asir al niño por los cabellos y retenerlo, pero muy poco nadador y molestado por la ropa pronto está extenuado y húndese, se ahoga y suelta los cabellos del niño. Perecen los dos".

Macedonio Hernández sigue los pasos del otro Macedonio. Se detiene y observa. El otro Macedonio se desune del mar pensando: "Nunca sucederá, en el minuto inmediato y en todo el futuro, que ese niño logre comunicarse al padre, decirle: -Padre mío, ¿cómo es que me soltaste de la mano? ¿Es que ya no me querías?"

Los dos Macedonios ya se han ido, el uno a las vías del desierto, el otro a las páginas del libro donde ha cifrado: "Cesar eternamente la personalidad del padre sin poder decir al hijo que no esté en él el horror de creer que su padre lo dejó morir, qué tormento en el padre, qué desmayo en el hijo de toda fe en su padre. No lo puedo creer".

Los dos Macedonios ya se han ido. Yo continúo en el borde del mar, inmóvil, en el borde del mar.
El padre y el hijo ya se han ido. Yo continúo en el borde del mar mirando, azorado, esa mariposa. Esa mariposa que permanece inmóvil en el aire y en el tiempo. Yo sigo observando esa mariposa que ha inventado un horror y que, petrificada por el espanto, cargará la eterna responsabilidad de un instante.

Porque cuando ya no estemos, porque cuando ya ni el mar exista, esa mariposa seguirá flameando estática sobre el invento de los relatos.








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