Uno de esos sujetos malhablados que pasan portando la luz
ha inventado el paraíso
para encerrar a Dios y a sus creaturas
después de leer lo que el finado Franz escribirá
cuando autoricen su nacimiento:
“una jaula en busca de un pájaro”.
(Fragmento de “Luciferes”)
¿Quién puso a Dios en la jaula del paraíso?
ha inventado el paraíso
para encerrar a Dios y a sus creaturas
después de leer lo que el finado Franz escribirá
cuando autoricen su nacimiento:
“una jaula en busca de un pájaro”.
(Fragmento de “Luciferes”)
¿Quién puso a Dios en la jaula del paraíso?
Universo Fabulario / Teatro de Cuentos
Acto VII: EL SEÑOR K
ÍNDICE & PULGAR
La piedra que arrojas
Los dioses se esmeran
El discípulo
Mi familia sostiene
Nunca jamás podrás
La diferencia
Nuestra justicia
Pedía al obispo
No es Borges
Hay palabras
Lo natural no es
La fuerza
De boca a oreja
Somos
Un mínimo acto
La vida es tan breve
Eso que no ve
En un impreciso cajón
Los dioses se esmeran
El discípulo
Mi familia sostiene
Nunca jamás podrás
La diferencia
Nuestra justicia
Pedía al obispo
No es Borges
Hay palabras
Lo natural no es
La fuerza
De boca a oreja
Somos
Un mínimo acto
La vida es tan breve
Eso que no ve
En un impreciso cajón
El discípulo quema al maestro en la hoguera del saber, allí conoce el nombre de la verdad enunciada en la forma del alarido y de la súplica.
Entre las cenizas comprende que el olvido es la mejor memoria de los hombres.
Regresa a su hogar, observa en silencio a sus hijos, limpia las pizarras y copia todo otra vez.
Entre las cenizas comprende que el olvido es la mejor memoria de los hombres.
Regresa a su hogar, observa en silencio a sus hijos, limpia las pizarras y copia todo otra vez.
MI FAMILIA SOSTIENE
Mi familia sostiene falsas creencias.
Mi abuela cree que los ateos no creen en nada.
Mi madre cree que los anarquistas no creen en nada.
Mi mujer cree que los medios de difusión no creen en nada.
Mi hijo cree que los darkitos no creen en nada.
Mi nieto cree que los clones no creen en nada.
Todos llevan, cada mañana de domingo, alguna flor baldía hasta mi tumba.
Después regresan, como si nada, para almorzar conmigo.
A veces creo que los creyentes no creen en nada.
Mi abuela cree que los ateos no creen en nada.
Mi madre cree que los anarquistas no creen en nada.
Mi mujer cree que los medios de difusión no creen en nada.
Mi hijo cree que los darkitos no creen en nada.
Mi nieto cree que los clones no creen en nada.
Todos llevan, cada mañana de domingo, alguna flor baldía hasta mi tumba.
Después regresan, como si nada, para almorzar conmigo.
A veces creo que los creyentes no creen en nada.
EN UN IMPRECISO CAJÓN
En un impreciso cajón en la casa de mi madre hay una foto de mi cumpleaños. Es una vieja foto de mi infancia.
En esa foto me veo con aquel pulóver blanco (aún conservo en mi cuerpo la incómoda sensación de usarlo). Sé que tengo una vincha de indio (con plumas) en la cabeza rubia y grande, el elástico (siempre corto) apretado a mi mandíbula.
En esa foto hay parientes y vecinos, hay amigos cuyo nombre ya no recuerdo: es una foto del olvido y de la muerte.
La tarde de esa foto ha muerto, la vincha de indio y las plumas ya no existen, tampoco quedan rastros del pulóver blanco que usé apenas tres veces en mi vida.
La gente de esa foto ha muerto y yo también, yo con ellos.
La imagen no es un instante de tiempo cristalizado, suspenso de acto: es una lista de cosas desaparecidas, es el eco de la nada.
Mi madre tampoco habita el mundo ni la casa, ya no hay casa, ni cajón impreciso.
No quiero pensar, me resisto entre la luz de esta tarde, no quiero pensar en la suerte de esa foto. Debo sostener, al menos, el impertinente fervor de su existencia, la porfía leve de sus sombras.
En esa foto me veo con aquel pulóver blanco (aún conservo en mi cuerpo la incómoda sensación de usarlo). Sé que tengo una vincha de indio (con plumas) en la cabeza rubia y grande, el elástico (siempre corto) apretado a mi mandíbula.
En esa foto hay parientes y vecinos, hay amigos cuyo nombre ya no recuerdo: es una foto del olvido y de la muerte.
La tarde de esa foto ha muerto, la vincha de indio y las plumas ya no existen, tampoco quedan rastros del pulóver blanco que usé apenas tres veces en mi vida.
La gente de esa foto ha muerto y yo también, yo con ellos.
La imagen no es un instante de tiempo cristalizado, suspenso de acto: es una lista de cosas desaparecidas, es el eco de la nada.
Mi madre tampoco habita el mundo ni la casa, ya no hay casa, ni cajón impreciso.
No quiero pensar, me resisto entre la luz de esta tarde, no quiero pensar en la suerte de esa foto. Debo sostener, al menos, el impertinente fervor de su existencia, la porfía leve de sus sombras.
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EL ACTO COMPLETO PUEDE SOLICITARSE A
UniF
u n i v e r s o f a b u l a r i o
...entonces cae la taza que fuera lanzada al cielo para crear el tiempo de esta historia; el fabulero la duerme en la palma de su mano, saluda ceremonialmente y se hunde en los caminos del desierto buscando un pueblo nuevo, un sueño viejo y los ecos de su sombra vivitante …
mientras la eternidad eterne.
mientras la eternidad eterne.